miércoles, 8 de junio de 2011

EL CASTILLO DE LOS SANTOS DE MAIMONA.

Vista de Los Santos desde uno de los muros del Castillo.

LA DESTRUCCIÓN DEL CASTILLO FORTALEZA DE LOS SANTOS.

Los restos de la fortaleza que aún hoy podemos contemplar en lo alto de la Sierra de los Ángeles, se corresponden con la construcción de nueva planta que tuvo lugar durante los años de control de la zona por el maestre de la Orden de Santiago Juan Pacheco, primer marqués de Villena, entre los años 1467 y 1474. Será este el castillo que finalmente sea derribado de forma total y concienzuda hasta llegar al aspecto que ofrece hoy en día.

El nuevo castillo nació en una época problemática, en un momento de grave crisis en el reino de castilla y en un lugar, que de hecho lo convertía en fortaleza de frontera, límite entre dos realidades tan diferentes como eran la Orden de Santiago y el Condado de Feria.

La región donde se asienta el castillo de Los Santos de Maimona pertenecía al antiguo territorio del reino de León, integrado entonces en el reino unificado de Castilla y León. Este llevado años de revueltas entre la monarquía y los nobles, ya heredadas del reinado de Juan II y ahora continuadas con el de su hijo Enrique IV. Este intentó apaciguar el reino perdonado a nobles, pidiendo su regreso, entregando tierras y bienes confiscados etc; pero a pesar de todo, los levantamientos fueron constantes, y continuarían incluso tras la muerte de este en 1474, al tener lugar una guerra civil originada por el problema sucesorio de la corona, entre los partidarios de su hija Juana y de su hermana Isabel que sería a la postre la vencedora.

En este contexto de revueltas habría que incluir las que dieron lugar al derribo del castillo que nos ocupa. Al morir el gran maestre Juan Pacheco en 1474 (el mismo año que el rey Enrique IV), quedó vacante el cargo en la Orden de Santiago, siendo varios los interesados en acceder a ella. Uno de ellos, y quizás el que más posibilidades contaba, fue Don Alonso de Cárdenas que hubo de enfrentarse a varios contrincantes, llegando con uno de ellos, que es el que nos interesa, a la guerra abierta. Se trataba del II conde de Feria Gómez Suárez de Figueroa, que además reclamaba la villa de Los Santos de Maimona para la ciudad de Badajoz. Este conde según las crónicas, intransigente y duro, hizo uso sin moderación de su poder y despotismo provocando muchas alteraciones en los pueblos de la comarca, enfrentándose a lo largo de 1475 varias veces a Alonso de Cárdenas, siendo derrotado contundentemente en Jerez de los Caballeros y Guadalcanal (El propio Conde o sus aliados por el Maestre).

Ya fuese por el cansancio de la guerra o por las concesiones hechas entre ambos, al final llegan a un acuerdo que será firmado el 18 de septiembre de ese año de 1475, por el cual el castillo de la villa de Los Santos de Maimona debía ser derribado a cambio del reconocimiento por parte del Conde del maestrazgo sobre la Orden de Santiago de Alonso de Cárdenas, maestrazgo al que Gome Suárez de Figueroa renunciaba totalmente.

No deja de resultar un poco contradictorio que se procediera al derribo de un edificio recién terminado, con el coste económico que debió suponer, y además siendo como era un punto de defensa del territorio santiaguista frente al Conde, una especie de cuña sobre el territorio de Feria, lo que no agradaría para nada al combatiente Góme S. de Figueroa que también hizo derribar el castillo de Salvatierra por razones políticas, aunque este fue reconstruido poco después, cosa que no sucedió con el de Los Santos como podemos observar hoy en día.

Podemos afirmar resumiendo que de esta manera el Maestre Cárdenas recibía por la pérdida de la fortaleza, la promesa del señor de Feria de no intrigar más para la obtención del maestrazgo de Santiago. En el juego de poderes entre los dos dignatarios, Cárdenas permitió la pérdida del castillo de Los Santos de Maimona a cambio de su tranquilidad personal, que duraría hasta su muerte, acaecida en 1493, en que el maestrazgo de todas las ordenes del Reino pararon a manos de la corona de los Reyes Católicos.

Restos de uno de los torreones del Castillo fortaleza.

He aquí una transcripción literal del acta en la que se acuerda el derribo del mismo :

CONFEDERACIÓN ENTRE EL MAESTRE DE SANTIAGO DON ALONSO DE CARDENAS Y EL CONDE DE FERIA,

"Es concordado y asentado entre los Magníficos señores D. Alfonso de Cárdenas, maestre de Santiago e Don Gome Suarez de Figueroa, conde de Feria, que además y allende las cosas entre ellos capituladas y asentadas por otras escrituras de amistad y capitulización que están firmadas de sus nombres y selladas con sus sellos, los dichos señores hayan de “facer” cumplir cada uno de ellos al otro lo que está en ésta escritura":

Primeramente que desde hoy, día la de la fecha de esta escritura, hasta 30 días primeros siguientes el dicho señor Maestre"haya de facer e faga" que la fortaleza de Los Santos realmente sea puesta y entregada en poder de Pedro Zapata, Comendador de Medina de las Torres el cual aya de hacer y haga juramento y pleito de homenaje y seguri­dad a dicho señor Conde que luego quedicho se­ñor Conde hiciera dar la obediencia de los Comenda­dores e caballeros y personas y pueblos de la Orden de Santiago que están en su partido al dicho señor Maestre según adelante será contenido en ésta escritura que el dicho “Pedro Zapata comenzaré a derribar la dicha fortaleza de Los Santos y lo comu­nicará y non alzará mano del dicho derrivamiento fasta la allanar, e poner toda por el suelo en manera que en ella non quede fuerza ni edificio alguno le­vantado por tal vía que dicho señor Conde sea contento, dando el dicho señor Conde consentimiento para lo que se habla en este caso con Joan Zapata, e con el dicho señor Pedro Zapata, y con Alfonso de Badájoz, con el bachiller Pedro de Rivera. E si caso fuere que la dicha fortaleza de los Santos el dicho Maestre no la pudiera aber por algund buen medio para la entregar aI dicho Pedro Zapata como dicho es, e sea necesario haberse de tomar por fuerza y rigor que en tal caso el dicho Maestre y el dicho Señor Conde se ayan de juntar e junten e ambos a dos. ”

Manuel Molina Lavado. (Historiador y Arqueólogo.)

viernes, 20 de mayo de 2011



COFRADIA DE SAN ISIDRO LABRADOR.

FUNDACIÓN, REFUNDACIÓN E HISTORIA DE LA MISMA

SAN ISIDRO PUDO CON SANTIAGO DEL MORAL

No se trata de narrar una disputa en la devoción de estos dos Santos. Lo que se pretende con este trabajo es dar a conocer algunos aspectos de la veneración que ambos tenían en nuestro pueblo. Desde hace tiempo se sospechaba que ambas devociones habían coincidido en el tiempo. Recordábamos haber leído algo sobre ese tema en las actas municipales del S. XVIII, pero hasta ahora carecíamos de la prueba definitiva.

La dirigida al Apóstol Santiago es muy antigua, casi desde la Reconquista, como es lógico deducir por la pertenencia de nuestro pueblo al territorio gobernado por esa Orden Militar. Efectivamente, entre los acuerdos adoptados por el Concejo en el citado S. XVIII, destaca en lo que se refiere a los aspectos religiosos, la continuación del Voto solemne del municipio al citado Apóstol y los triduos, vísperas y otros cultos en su honor que por razones desconocidas se habían interrumpido por más de 20 años. Dichas festividades se complementaban con otras de naturaleza más festiva como era la romería y almuerzo general de los vecinos devotos que se celebraba en su ermita situada en la finca del Moral, en aquellos tiempos de propiedad comunal. La edificación se componía de dos naves y adosadas a ellas, un comedor amplio dotado de cocina, horno de pan y otras habitaciones pequeñas para los cuidadores. Como era natural en Los Santos prácticamente todos las ermitas existentes estaban bajo el patronazgo del municipio y por tanto era el Cabildo Municipal (Ayuntamiento) quien nombraba anual o bianualmente al mayordomo que se encargara de su conservación, administración y cuidado. A lo largo de actas se hace referencia una y otra vez a los nombramientos de aquellos. Sin embargo la particularidad de ésta devoción es precisamente que eran los agricultores los encargados de velar por ella y ciertamente quienes organizaban los festejos en honor al Santo, al decir textualmente en una de las actas “que eran los agricultores los que mantenían y cuidaban de ella” (a pesar de las múltiples averiguaciones para localizar el lugar exacto de la ermita dentro de la finca, a la fecha de hoy lo ignoramos. Pero todas los indicios llevan a considerar como más probable la parte de la finca que fue propiedad de D. Mateo Suárez, actualmente parcelada entre varios agricultores de Ribera del Fresno, o en el Hornillo, de ahí el nombre, que también formó parte de dicha dehesa, linderas todas ellas con la Cañada Real.). En la iglesia existió tradicionalmente un altar en honor al Apóstol Santiago y actualmente en el Santuario de la Virgen también se encuentran restos de otro que bien pudieran ser del que estaba en su ermita. En honor a esa antigua devoción, los rectores municipales de los años cuarenta del siglo pasado, pusieron el nombre de Santiago del Moral a la calle que se encuentra detrás del Parque Municipal.

La lejanía del pueblo y sobre todo la conducta imperdonable de los franceses que ordenaron la tala completa del encinado de la finca y seguramente la destrucción de la ermita, y posteriormente la parcelación y venta de la misma entre los agricultores, terminaron por arruinar el culto a Santiago del Moral.

PRIMERA FUNDACIÓN DE LA COFRADÍA DE SAN ISIDRO LABRADOR

Teníamos la convicción de que la Hermandad de San Isidro se remontaba al último tercio del S. XVIII, ya que tal y como se manifiesta en el libro más antiguo que conserva la Hermandad, la misma fue una refundación de otra ya existente. Efectivamente, de los documentos consultados del Archivo Diocesano de Badajoz se desprende sin género de dudas la existencia de la misma setenta años antes.

Documentos consultados:

Cofradías y Hermandades de Los Santos de Maimona. Litigio entre Pedro Hernández Tolesano y la Hermandad de San Isidro a fin de que este sea admitido como hermano de dicha cofradía.

Demanda con fecha de abril de 1763, en donde el referido Pedro manifiesta que sus padres y abuelos eran ya devotos de la imagen antes de erigirse como hermandad. Según se dice en dicho escrito, su padre había muerto ese mismo año, componiéndose la Hermandad de 40 hermanos que sufragaban todos los gastos.

En esa petición se solicitan el libro y archivos de la Hermandad para acreditar que su padre fue fundador, siendo el texto de la demanda redactado por el abogado de los reales consejos D. Juan Fernández Mahugo, pidiéndose en ella el derecho a ser registrado como miembro pleno de la hermandad.

Testimonio de requerimiento al licenciado Juan Navarro Rejón, juez encargado para la citada diligencia.

Providencia de Diego Felipe de Soto presbítero, de fecha 2 abril de 1763, para que se le notifique al mayordomo la exhibición de dichos libros y archivos bajo pena si no lo hace, de multa de 40 ducados de vellón y de excomunión mayor.

Ejecución de requerimiento que se realiza a Juan Gordillo Lavado mayordomo en esa fecha de la cofradía del Santo.

Se exhibe el libro y las constituciones en el que se acredita sin género de dudas que Domingo Hernández Tolesano padre del citado Pedro fue el primero de los hermanos fundadores y que alcanzó su primera mayordomía. Dichas constituciones fueron aprobadas por los hermanos y definitivamente ratificadas por don Fernando

Quintano de Silva y Bernardo Ruiz de Gijón, actuando este como notario mayor del priorato. La aprobación inicial de los hermanos tiene como fecha el 24 de septiembre de 1745 y la definitiva autorización por las autoridades eclesiásticas el día 10 de octubre del citado año.

Contestación a la demanda que realiza el mayordomo en nombre de la cofradía de San Isidro oponiéndose al petimento de Pedro Fernández Tolesano al considerar que ya estaban los 40 hermanos y por tanto no podía cederse a su solicitud.

Los miembros de la Junta a 8 de mayo de 1763 son los siguientes: Juan Lavado como Mayordomo. Juan Gordillo Lavado, Francisco Mateos Pulido, Juan Solís Barrante, Andrés Rodríguez Hurtado, Agustín Romero y Bartolomé de la Fuente, estos dos últimos como alcaldes.

Con todo esto, lo que queda claro es que la Cofradía-Hermandad de San Isidro fue fundada el 24 de septiembre de 1745, con lo cual la convierte en una de las más antiguas de toda Extremadura.

REFUNDACIÓN DE LA HERMANDAD

Varias son las circunstancias que singularizan a esta Hermandad respecto de otras estudiadas. En primer lugar la Cofradía actual es una refundación de otra existente y que fue disuelta, como otras muchas acciones censurables, por los franceses en 1811 con motivo de la nueva invasión del pueblo. En segundo lugar, todos los hermanos debían ser necesariamente labradores. En tercero las mujeres de los hermanos eran consideradas pertenecientes a la hermandad con un papel preponderante hasta el punto que las viudas tenían la condición de Hermanas de pleno derecho pudiendo trasmitir esa condición a su hijos y descendientes sin necesidad de que éstos, al ingresar en la misma, tuvieran que hacer aportaciones nuevas, salvo la cuota anual, llamada PERCHA que pagaban todos. En cuarto lugar, muchos de los miembros actuales son descendientes directos de los primitivos fundadores. En quinto lugar, que a pesar de los casi 228 años de existencia, si contamos la primeramente fundada, y de los vaivenes sufridos, no solo se ha mantenido sino que se ha visto fortalecida. Sin duda todo un éxito. En sexto y último que a diferencia de otras existentes en Los Santos, no estaba bajo patronazgo municipal.

En el primer libro, muy bien conservado por cierto y eso a pesar que hasta hace pocos años iba pasando a manos de los distintos mayordomos con el peligro cierto de su deterioro pero que en la actualidad con buen criterio y mejor acierto, es custodiado con gran mimo por el tesorero cuyo mandato se alarga bastante más en el tiempo e impide una excesiva manipulación, forrado con piel de becerro está fechado en 1815,aunque en el último tercio del s. XIX se le añadieron burdamente algunas hojas de papel cuadriculado que desdice del resto En él se expresa claramente QUE ES UNA REFUNDACION POR HABERSE SUSPENDIDO LA ANTERIOR POR LA REHINVASION DE LOS INSURGENTES”(Franceses) y es por ello que el grupo de devotos que había sobrevivido a la Guerra de la Independencia, nada más terminar ésta, la constituyen de nuevo y aprueban las reglas que son confirmadas por la Autoridad Eclesiástica.

En dichas Reglas se hace una profunda manifestación de Fe y Devoción al Santo, se determina que los cofrades deben ser necesariamente labradores, además de la obligación de asistir a los entierros de los hermanos difuntos, se fija la aportación anual de los miembros para el sostenimiento de la Hermandad, que como ya he citado se denominaba PERCHA, así como una cuota de entrada para los nuevos cofrades y la forma de elección anual de los cargos directivos que deberá coincidir siempre con la festividad del Santo Patrón y que se concretan en los siguientes: MAYORDOMO, DOS ALCALDES, REGIDORES, CAPELLAN Y NOTARIO (secretario). Los regidores después pasarán a denominarse VOCALES. La rendición de cuentas debe realizarla el Mayordomo al finalizar su mandato y es obligatoria la asistencia a todos los actos y cultos que se programen, con la imposición de multas a los que injustificadamente falten. Así mismo, se fija como obligatoria la aceptación del cargo de Mayordomo bajo pena de otra multa. El número de hermanos en principio se fijó en 29.

No sabemos quién o quienes redactaron las normas de la Hermandad pero en la primera página aparecen dos nombres: D. Manuel Ortega Toledo y su mujer Dª Ignacia Carvajal, que si no fueron ellos, desde luego mantuvieron alguna relación muy estrecha con la Cofradía. D. Manuel Toledo, era creemos, Corregidor y Dª Ignacia, su mujer, hermana de D. José Carvajal de los Ríos, alcalde ordinario del Concejo en aquellos años.

En la primera lista de hermanos se encuentran representadas las familias genuinas de Los Santos, es decir Los Pachones, Gordillos, Lavados, Saavedras, Montaños, Hernández, Becerras, Rejanos, Amadores y sus mujeres, que como ya hemos comentado tenían un papel muy significativo, siendo todos ellos LABRADORES por sí, ya como propietarios o como arrendatarios. También se relacionan otras familias que no siendo oriundas de Los Santos, habían llegado a nuestro pueblo a mediados del s. XVII procedentes de Portugal, como por ejemplo LOS BARRANTES, hoy extinguidos en Los Santos pero con ramificaciones en Argentina, que aún mantienen viva la memoria del pueblo de sus antepasados como hemos podido comprobar recientemente a través de las cartas enviadas por ellos a la Fundación Maimona.

IMAGEN, ORGANIZACIÓN Y CULTOS

En ninguno de los dos libros de cuentas aparece mención expresa a la primitiva imagen titular de la Hermandad. Hasta ahora nada sabemos de su tamaño, material empleado ni de su autor. Sólo por referencias indirectas que nos proporciona el primer libro podemos asegurar la existencia de una imagen anterior a la actual. En él se detallan año tras año los ingresos y gastos de la Hermandad y entre éstos últimos se enumeran los relativos a la MISA, PROCESION Y SERMÓN. Más explícita resultan las anotaciones del año de 1824 y 1825 cuando señalan como gastos los producidos por LOS JORNALES, MATERIALES Y MANO DE OBRA empleados en la construcción de un altar para el Santo Patrón en la Iglesia Parroquial, ignorando de momento el lugar de su ubicación dentro del templo puesto que a lo largo del último siglo y medio han sido varias las reformas sufridas, la última a instancia de D. Antonio Manzano en los años 40 del pasado siglo en los que fueron sustituidos algunos altares, otros cambiados de lugar y dos se hicieron nuevos.(Santísimo Cristo de las Misericordias y Sagrado Corazón de Jesús).

Otro dato interesante nos la proporcionan los inventarios realizados en 1885 y 1886 cuando relacionan entre las pertenencias de la Hermandad “DOS VESTIDOS VIEJOS CUANDO SE VESTÍA EL SANTO”. Tenemos entendido que la imagen actual que se venera es de finales del S. XIX y fue donada por una familia devota, de escayola policromada y que no necesita vestirse, por tanto estamos convencido que dichos trajes debían corresponder a la anterior. También nos ha llamado la atención que se incluyeran en el referido inventario al ANGEL, EL ARADO Y LOS BUEYES que permanecen aun junto a la Imagen. Pero nada dicen de la escultura del Santo (esperamos que en breves fechas podamos dar respuesta a estos interrogantes, una vez recibamos la información que hemos solicitado al Archivo Diocesano de Badajoz).

Como hemos dicho a lo largo de esta narración, la actual hermandad es fruto de la refundación de otra preexistente que fue disuelta por los Franceses en 1811 quienes además de la sustracción de cuanto oro, joyas, dinero pudieron encontrar, cometieron múltiples actos sacrílegos entre los que destaca el asalto al Convento de Monjas de la Concepción (Fábrica del Pan) y arrasaron la totalidad de las cosechas, mataron el ganado de labor y de abasto y talaron todo el encinado del Moral y los olivares próximos al pueblo. Por lo que no es de extrañar que los pequeños agricultores fueran los más perjudicados con tanta barbarie y se aferraran con infinita Fe de nuevo al Santo que tenían como Patrón, en la confianza que les ayudaría a sobreponerse. Por ello, nada más terminar la Guerra, seguramente los antiguos hermanos sobrevivientes y los hijos de los que habían fallecido, se congregaran para revitalizar la Hermandad y aprobar nuevas reglas.

Ya hemos comentado antes las obligaciones de los Hermanos y los cargos directivos de la Hermandad: Mayordomos, Alcaldes, Notario y Regidores. En principio los cargos eran electivos pero a partir de 1817 el Mayordomo era nombrado por riguroso orden de antigüedad como lo viene siendo hasta ahora, quién se rodeaba de personas de su confianza para el resto de cargos.

Entre sus cometidos estaban el representar a la Hermandad en todos los actos litúrgicos, recibir los fondos, ordenar los pagos y rendir cuentas anuales a la finalización de su mandato tanto al resto de los hermanos como a la autoridad eclesiástica representada bien por el Párroco o por el coadjutor. Normalmente dichas cuentas eran practicadas por estos últimos como personas con cierta instrucción previa la presentación de los recibos pagados y del conjunto de cuotas ordinarias y extraordinarias recaudadas. Por dicha actividad, la Hermandad le asignaba una gratificación como puede comprobarse de los referidos libros de cuentas.

Los hermanos fundadores y sus descendientes no tenían más obligación que abonar la cuota anual fijada, denominada por ellos “PERCHAS” (a nuestro juicio dicho vocablo es origen de una degeneración de PECHOS, que históricamente significaba contribución o tributo anual). Sin embargo los nuevos hermanos que no tenían esa condición debían pagar además de la cuota anual, una de ingreso.

Anualmente se confeccionaba una lista de hermanos, respetándose escrupulosamente el orden de antigüedad. Pero a partir de 1830, su número fue incrementándose hasta superar en mucho aquellos 29 primitivos miembros y en alguna medida relajándose la exigencia de tener la condición de labrador por sí y ampliándose a otros agricultores y grandes propietarios como también a comerciantes y profesionales.

El Mayordomo respondía personalmente de los quebrantos patrimoniales sufridos por la Hermandad.

Los ingresos solían ser fijos. A saber:

-Cuota de los Hermanos.

-Cuotas de ingresos de los nuevos miembros

-Donaciones de los devotos.

-Donativos por la presencia del Estandarte en los entierros tanto de los hermanos como de los extraños. Dicha costumbre fue muy arraigada y perduró hasta bien entrado el siglo XX como seguramente recordarán los hermanos más antiguos. Como curiosidad diremos que tanto en el entierro del tatarabuelo del actual cronista oficial de la villa Juan Murillo, llamado también Juan Murillo, fallecido en 1852, como en el de su hijo Francisco, en 1913 hay constancia documental de la presencia del estandarte de San Isidro a lo largo del recorrido fúnebre, es decir desde sus casas hasta el cementerio, pasando por la Iglesia, aunque estos dos no fueran hermanos.

Los gastos se concretaban en:

-Misas, Procesión y Sermón.

-Fuegos artificiales.

-Aceite para Lámparas.

-Hachones y cera.

-Ramos.

-Arreglo del altar, andas, etc.

-Gratificación al Sacerdote por hacer las cuentas.

-Posteriormente al mayordomo se le ayudaba con cierta cantidad para el refresco tradicional.

Desconocemos a ciencia cierta si San Isidro, antes de 1815, contaba con ermita propia. Por el momento, documentalmente no está acreditado. Nada dicen de ello los libros de la Hermandad ni los archivos municipales o parroquiales consultados. Puede que de la información solicitada al Archivo Diocesano obtengamos alguna respuesta. Con todas la reservas y a la espera de que finalmente se confirme, intuimos podría haber recibido culto si no en una ermita propia, al menos en alguna de las existentes en nuestro pueblo, compartiendo culto con otra Imagen. ¿Podría ser en la de Santiago del Moral, San Cristóbal, San Bartolomé, San Agustín, Los Mártires San Andrés o San Lorenzo? En cualquier caso creemos firmemente que en la de la Virgen de la Estrella es difícil que estuviera porque hay abundante documentación sobre dicha ermita a finales del S. XVIII y principios del XIX, con indicación de los retablos existentes y no se habla para nada del Santo Patrón.

La creencia que tenemos de haber recibido culto fuera de la parroquia está basada en las razones expuestas por los hermanos en la refundación al decir textualmente que la Hermandad fue disuelta por los Franceses” interpretando nosotros, no sin cierta temeridad, que dicha disolución además de la espiritual fue física pues tengamos en cuenta que la práctica totalidad de las ermitas de Los Santos, a excepción de la de la Virgen de la Estrella, fueron saqueadas y arruinadas por ellos. Además de que en 1825 se realizó un altar de mampostería para el Santo. Seguramente de haber estado recibiendo culto en la Parroquia, hubiera contado anteriormente con uno propio.

La refundación se hizo en la Parroquia, concretamente en la Sacristía, allí se celebraban anualmente los cabildos y allí recibía culto hasta que se ha construido, desde luego con gran acierto, su nueva ermita.

Los cultos en honor al Santo eran los siguientes:

-Misa el día de San Isidro.

- Sermón a cargo del Párroco o Coadjutor.

-Procesión por las calles del Pueblo.

-Misa mensual de difuntos (Regla que ya existía en la primitiva hermandad).-Asistencia a la Procesión del Corpus, como aparece consignada en el archivo parroquial, junto con las demás Hermandades y Cofradías de Los Santos, teniendo asignada cada una de ellas su sitio dentro del desfile atendiendo a la antigüedad de su fundación.

Este es, a nuestro juicio, el análisis del primer libro y parte del segundo que hemos examinado. En cuanto recibamos la documentación solicitada a otros archivos, completaremos la información histórica de esta entrañable, antigua y numerosa Hermandad.

Juan Murillo Tovar - Manuel Molina lavado. Mayo, 2011.

SAN ISIDRO PUDO CON SANTIAGO DEL MORAL

COFRADIA DE SAN ISIDRO LABRADOR, FUNDACIÓN.

REFUNDACIÓN E HISTORIA DE LA MISMA.


SAN ISIDRO PUDO CON SANTIAGO DEL MORAL

No se trata de narrar una disputa en la devoción de estos dos Santos. Lo que se pretende con este trabajo es dar a conocer algunos aspectos de la veneración que ambos tenían en nuestro pueblo. Desde hace tiempo se sospechaba que ambas devociones habían coincidido en el tiempo. Recordábamos haber leído algo sobre ese tema en las actas municipales del S. XVIII, pero hasta ahora carecíamos de la prueba definitiva.

La dirigida al Apóstol Santiago es muy antigua, casi desde la Reconquista, como es lógico deducir por la pertenencia de nuestro pueblo al territorio gobernado por esa Orden Militar. Efectivamente, entre los acuerdos adoptados por el Concejo en el citado S. XVIII, destaca en lo que se refiere a los aspectos religiosos, la continuación del Voto solemne del municipio al citado Apóstol y los triduos, vísperas y otros cultos en su honor que por razones desconocidas se habían interrumpido por más de 20 años. Dichas festividades se complementaban con otras de naturaleza más festiva como era la romería y almuerzo general de los vecinos devotos que se celebraba en su ermita situada en la finca del Moral, en aquellos tiempos de propiedad comunal. La edificación se componía de dos naves y adosadas a ellas, un comedor amplio dotado de cocina, horno de pan y otras habitaciones pequeñas para los cuidadores. Como era natural en Los Santos prácticamente todos las ermitas existentes estaban bajo el patronazgo del municipio y por tanto era el Cabildo Municipal (Ayuntamiento) quien nombraba anual o bianualmente al mayordomo que se encargara de su conservación, administración y cuidado. A lo largo de actas se hace referencia una y otra vez a los nombramientos de aquellos. Sin embargo la particularidad de ésta devoción es precisamente que eran los agricultores los encargados de velar por ella y ciertamente quienes organizaban los festejos en honor al Santo, al decir textualmente en una de las actas “que eran los agricultores los que mantenían y cuidaban de ella” (a pesar de las múltiples averiguaciones para localizar el lugar exacto de la ermita dentro de la finca, a la fecha de hoy lo ignoramos. Pero todas los indicios llevan a considerar como más probable la parte de la finca que fue propiedad de D. Mateo Suárez, actualmente parcelada entre varios agricultores de Ribera del Fresno, o en el Hornillo, de ahí el nombre, que también formó parte de dicha dehesa, linderas todas ellas con la Cañada Real.). En la iglesia existió tradicionalmente un altar en honor al Apóstol Santiago y actualmente en el Santuario de la Virgen también se encuentran restos de otro que bien pudieran ser del que estaba en su ermita. En honor a esa antigua devoción, los rectores municipales de los años cuarenta del siglo pasado, pusieron el nombre de Santiago del Moral a la calle que se encuentra detrás del Parque Municipal.

La lejanía del pueblo y sobre todo la conducta imperdonable de los franceses que ordenaron la tala completa del encinado de la finca y seguramente la destrucción de la ermita, y posteriormente la parcelación y venta de la misma entre los agricultores, terminaron por arruinar el culto a Santiago del Moral.

PRIMERA FUNDACIÓN DE LA COFRADÍA DE SAN ISIDRO LABRADOR

Teníamos la convicción de que la Hermandad de San Isidro se remontaba al último tercio del S. XVIII, ya que tal y como se manifiesta en el libro más antiguo que conserva la Hermandad, la misma fue una refundación de otra ya existente. Efectivamente, de los documentos consultados del Archivo Diocesano de Badajoz se desprende sin género de dudas la existencia de la misma setenta años antes.

Documentos consultados:

Cofradías y Hermandades de Los Santos de Maimona. Litigio entre Pedro Hernández Tolesano y la Hermandad de San Isidro a fin de que este sea admitido como hermano de dicha cofradía.

Demanda con fecha de abril de 1763, en donde el referido Pedro manifiesta que sus padres y abuelos eran ya devotos de la imagen antes de erigirse como hermandad. Según se dice en dicho escrito, su padre había muerto ese mismo año, componiéndose la Hermandad de 40 hermanos que sufragaban todos los gastos.

En esa petición se solicitan el libro y archivos de la Hermandad para acreditar que su padre fue fundador, siendo el texto de la demanda redactado por el abogado de los reales consejos D. Juan Fernández Mahugo, pidiéndose en ella el derecho a ser registrado como miembro pleno de la hermandad.

Testimonio de requerimiento al licenciado Juan Navarro Rejón, juez encargado para la citada diligencia.

Providencia de Diego Felipe de Soto presbítero, de fecha 2 abril de 1763, para que se le notifique al mayordomo la exhibición de dichos libros y archivos bajo pena si no lo hace, de multa de 40 ducados de vellón y de excomunión mayor.

Ejecución de requerimiento que se realiza a Juan Gordillo Lavado mayordomo en esa fecha de la cofradía del Santo.

Se exhibe el libro y las constituciones en el que se acredita sin género de dudas que Domingo Hernández Tolesano padre del citado Pedro fue el primero de los hermanos fundadores y que alcanzó su primera mayordomía. Dichas constituciones fueron aprobadas por los hermanos y definitivamente ratificadas por don Fernando Quintano de Silva y Bernardo Ruiz de Gijón, actuando este como notario mayor del priorato. La aprobación inicial de los hermanos tiene como fecha el 24 de septiembre de 1745 y la definitiva autorización por las autoridades eclesiásticas el día 10 de octubre del citado año.

Contestación a la demanda que realiza el mayordomo en nombre de la cofradía de San Isidro oponiéndose al petimento de Pedro Fernández Tolesano al considerar que ya estaban los 40 hermanos y por tanto no podía cederse a su solicitud.

Los miembros de la Junta a 8 de mayo de 1763 son los siguientes: Juan Lavado como Mayordomo. Juan Gordillo Lavado, Francisco Mateos Pulido, Juan Solís Barrante, Andrés Rodríguez Hurtado, Agustín Romero y Bartolomé de la Fuente, estos dos últimos como alcaldes.

Con todo esto, lo que queda claro es que la Cofradía-Hermandad de San Isidro fue fundada el 24 de septiembre de 1745, con lo cual la convierte en una de las más antiguas de toda Extremadura.

REFUNDACIÓN DE LA HERMANDAD

Varias son las circunstancias que singularizan a esta Hermandad respecto de otras estudiadas. En primer lugar la Cofradía actual es una refundación de otra existente y que fue disuelta, como otras muchas acciones censurables, por los franceses en 1811 con motivo de la nueva invasión del pueblo. En segundo lugar, todos los hermanos debían ser necesariamente labradores. En tercero las mujeres de los hermanos eran consideradas pertenecientes a la hermandad con un papel preponderante hasta el punto que las viudas tenían la condición de Hermanas de pleno derecho pudiendo trasmitir esa condición a su hijos y descendientes sin necesidad de que éstos, al ingresar en la misma, tuvieran que hacer aportaciones nuevas, salvo la cuota anual, llamada PERCHA que pagaban todos. En cuarto lugar, muchos de los miembros actuales son descendientes directos de los primitivos fundadores. En quinto lugar, que a pesar de los casi 228 años de existencia, si contamos la primeramente fundada, y de los vaivenes sufridos, no solo se ha mantenido sino que se ha visto fortalecida. Sin duda todo un éxito. En sexto y último que a diferencia de otras existentes en Los Santos, no estaba bajo patronazgo municipal.

En el primer libro, muy bien conservado por cierto y eso a pesar que hasta hace pocos años iba pasando a manos de los distintos mayordomos con el peligro cierto de su deterioro pero que en la actualidad con buen criterio y mejor acierto, es custodiado con gran mimo por el tesorero cuyo mandato se alarga bastante más en el tiempo e impide una excesiva manipulación, forrado con piel de becerro está fechado en 1815,aunque en el último tercio del s. XIX se le añadieron burdamente algunas hojas de papel cuadriculado que desdice del resto En él se expresa claramente QUE ES UNA REFUNDACION POR HABERSE SUSPENDIDO LA ANTERIOR POR LA REHINVASION DE LOS INSURGENTES”(Franceses) y es por ello que el grupo de devotos que había sobrevivido a la Guerra de la Independencia, nada más terminar ésta, la constituyen de nuevo y aprueban las reglas que son confirmadas por la Autoridad Eclesiástica.

En dichas Reglas se hace una profunda manifestación de Fe y Devoción al Santo, se determina que los cofrades deben ser necesariamente labradores, además de la obligación de asistir a los entierros de los hermanos difuntos, se fija la aportación anual de los miembros para el sostenimiento de la Hermandad, que como ya he citado se denominaba PERCHA, así como una cuota de entrada para los nuevos cofrades y la forma de elección anual de los cargos directivos que deberá coincidir siempre con la festividad del Santo Patrón y que se concretan en los siguientes: MAYORDOMO, DOS ALCALDES, REGIDORES, CAPELLAN Y NOTARIO (secretario). Los regidores después pasarán a denominarse VOCALES. La rendición de cuentas debe realizarla el Mayordomo al finalizar su mandato y es obligatoria la asistencia a todos los actos y cultos que se programen, con la imposición de multas a los que injustificadamente falten. Así mismo, se fija como obligatoria la aceptación del cargo de Mayordomo bajo pena de otra multa. El número de hermanos en principio se fijó en 29.

No sabemos quién o quienes redactaron las normas de la Hermandad pero en la primera página aparecen dos nombres: D. Manuel Ortega Toledo y su mujer Dª Ignacia Carvajal, que si no fueron ellos, desde luego mantuvieron alguna relación muy estrecha con la Cofradía. D. Manuel Toledo, era creemos, Corregidor y Dª Ignacia, su mujer, hermana de D. José Carvajal de los Ríos, alcalde ordinario del Concejo en aquellos años.

En la primera lista de hermanos se encuentran representadas las familias genuinas de Los Santos, es decir Los Pachones, Gordillos, Lavados, Saavedras, Montaños, Hernández, Becerras, Rejanos, Amadores y sus mujeres, que como ya hemos comentado tenían un papel muy significativo, siendo todos ellos LABRADORES por sí, ya como propietarios o como arrendatarios. También se relacionan otras familias que no siendo oriundas de Los Santos, habían llegado a nuestro pueblo a mediados del s. XVII procedentes de Portugal, como por ejemplo LOS BARRANTES, hoy extinguidos en Los Santos pero con ramificaciones en Argentina, que aún mantienen viva la memoria del pueblo de sus antepasados como hemos podido comprobar recientemente a través de las cartas enviadas por ellos a la Fundación Maimona.

IMAGEN, ORGANIZACIÓN Y CULTOS

En ninguno de los dos libros de cuentas aparece mención expresa a la primitiva imagen titular de la Hermandad. Hasta ahora nada sabemos de su tamaño, material empleado ni de su autor. Sólo por referencias indirectas que nos proporciona el primer libro podemos asegurar la existencia de una imagen anterior a la actual. En él se detallan año tras año los ingresos y gastos de la Hermandad y entre éstos últimos se enumeran los relativos a la MISA, PROCESION Y SERMÓN. Más explícita resultan las anotaciones del año de 1824 y 1825 cuando señalan como gastos los producidos por LOS JORNALES, MATERIALES Y MANO DE OBRA empleados en la construcción de un altar para el Santo Patrón en la Iglesia Parroquial, ignorando de momento el lugar de su ubicación dentro del templo puesto que a lo largo del último siglo y medio han sido varias las reformas sufridas, la última a instancia de D. Antonio Manzano en los años 40 del pasado siglo en los que fueron sustituidos algunos altares, otros cambiados de lugar y dos se hicieron nuevos.(Santísimo Cristo de las Misericordias y Sagrado Corazón de Jesús).

Otro dato interesante nos la proporcionan los inventarios realizados en 1885 y 1886 cuando relacionan entre las pertenencias de la Hermandad “DOS VESTIDOS VIEJOS CUANDO SE VESTÍA EL SANTO”. Tenemos entendido que la imagen actual que se venera es de finales del S. XIX y fue donada por una familia devota, de escayola policromada y que no necesita vestirse, por tanto estamos convencido que dichos trajes debían corresponder a la anterior. También nos ha llamado la atención que se incluyeran en el referido inventario al ANGEL, EL ARADO Y LOS BUEYES que permanecen aun junto a la Imagen. Pero nada dicen de la escultura del Santo (esperamos que en breves fechas podamos dar respuesta a estos interrogantes, una vez recibamos la información que hemos solicitado al Archivo Diocesano de Badajoz).

Como hemos dicho a lo largo de esta narración, la actual hermandad es fruto de la refundación de otra preexistente que fue disuelta por los Franceses en 1811 quienes además de la sustracción de cuanto oro, joyas, dinero pudieron encontrar, cometieron múltiples actos sacrílegos entre los que destaca el asalto al Convento de Monjas de la Concepción (Fábrica del Pan) y arrasaron la totalidad de las cosechas, mataron el ganado de labor y de abasto y talaron todo el encinado del Moral y los olivares próximos al pueblo. Por lo que no es de extrañar que los pequeños agricultores fueran los más perjudicados con tanta barbarie y se aferraran con infinita Fe de nuevo al Santo que tenían como Patrón, en la confianza que les ayudaría a sobreponerse. Por ello, nada más terminar la Guerra, seguramente los antiguos hermanos sobrevivientes y los hijos de los que habían fallecido, se congregaran para revitalizar la Hermandad y aprobar nuevas reglas.

Ya hemos comentado antes las obligaciones de los Hermanos y los cargos directivos de la Hermandad: Mayordomos, Alcaldes, Notario y Regidores. En principio los cargos eran electivos pero a partir de 1817 el Mayordomo era nombrado por riguroso orden de antigüedad como lo viene siendo hasta ahora, quién se rodeaba de personas de su confianza para el resto de cargos.

Entre sus cometidos estaban el representar a la Hermandad en todos los actos litúrgicos, recibir los fondos, ordenar los pagos y rendir cuentas anuales a la finalización de su mandato tanto al resto de los hermanos como a la autoridad eclesiástica representada bien por el Párroco o por el coadjutor. Normalmente dichas cuentas eran practicadas por estos últimos como personas con cierta instrucción previa la presentación de los recibos pagados y del conjunto de cuotas ordinarias y extraordinarias recaudadas. Por dicha actividad, la Hermandad le asignaba una gratificación como puede comprobarse de los referidos libros de cuentas.

Los hermanos fundadores y sus descendientes no tenían más obligación que abonar la cuota anual fijada, denominada por ellos “PERCHAS” (a nuestro juicio dicho vocablo es origen de una degeneración de PECHOS, que históricamente significaba contribución o tributo anual). Sin embargo los nuevos hermanos que no tenían esa condición debían pagar además de la cuota anual, una de ingreso.

Anualmente se confeccionaba una lista de hermanos, respetándose escrupulosamente el orden de antigüedad. Pero a partir de 1830, su número fue incrementándose hasta superar en mucho aquellos 29 primitivos miembros y en alguna medida relajándose la exigencia de tener la condición de labrador por sí y ampliándose a otros agricultores y grandes propietarios como también a comerciantes y profesionales.

El Mayordomo respondía personalmente de los quebrantos patrimoniales sufridos por la Hermandad.

Los ingresos solían ser fijos. A saber:

-Cuota de los Hermanos.

-Cuotas de ingresos de los nuevos miembros

-Donaciones de los devotos.

-Donativos por la presencia del Estandarte en los entierros tanto de los hermanos como de los extraños. Dicha costumbre fue muy arraigada y perduró hasta bien entrado el siglo XX como seguramente recordarán los hermanos más antiguos. Como curiosidad diremos que tanto en el entierro del tatarabuelo del actual cronista oficial de la villa Juan Murillo, llamado también Juan Murillo, fallecido en 1852, como en el de su hijo Francisco, en 1913 hay constancia documental de la presencia del estandarte de San Isidro a lo largo del recorrido fúnebre, es decir desde sus casas hasta el cementerio, pasando por la Iglesia, aunque estos dos no fueran hermanos.

Los gastos se concretaban en:

-Misas, Procesión y Sermón.

-Fuegos artificiales.

-Aceite para Lámparas.

-Hachones y cera.

-Ramos.

-Arreglo del altar, andas, etc.

-Gratificación al Sacerdote por hacer las cuentas.

-Posteriormente al mayordomo se le ayudaba con cierta cantidad para el refresco tradicional.

Desconocemos a ciencia cierta si San Isidro, antes de 1815, contaba con ermita propia. Por el momento, documentalmente no está acreditado. Nada dicen de ello los libros de la Hermandad ni los archivos municipales o parroquiales consultados. Puede que de la información solicitada al Archivo Diocesano obtengamos alguna respuesta. Con todas la reservas y a la espera de que finalmente se confirme, intuimos podría haber recibido culto si no en una ermita propia, al menos en alguna de las existentes en nuestro pueblo, compartiendo culto con otra Imagen. ¿Podría ser en la de Santiago del Moral, San Cristóbal, San Bartolomé, San Agustín, Los Mártires San Andrés o San Lorenzo? En cualquier caso creemos firmemente que en la de la Virgen de la Estrella es difícil que estuviera porque hay abundante documentación sobre dicha ermita a finales del S. XVIII y principios del XIX, con indicación de los retablos existentes y no se habla para nada del Santo Patrón.

La creencia que tenemos de haber recibido culto fuera de la parroquia está basada en las razones expuestas por los hermanos en la refundación al decir textualmente que la Hermandad fue disuelta por los Franceses” interpretando nosotros, no sin cierta temeridad, que dicha disolución además de la espiritual fue física pues tengamos en cuenta que la práctica totalidad de las ermitas de Los Santos, a excepción de la de la Virgen de la Estrella, fueron saqueadas y arruinadas por ellos. Además de que en 1825 se realizó un altar de mampostería para el Santo. Seguramente de haber estado recibiendo culto en la Parroquia, hubiera contado anteriormente con uno propio.

La refundación se hizo en la Parroquia, concretamente en la Sacristía, allí se celebraban anualmente los cabildos y allí recibía culto hasta que se ha construido, desde luego con gran acierto, su nueva ermita.

Los cultos en honor al Santo eran los siguientes:

-Misa el día de San Isidro.

- Sermón a cargo del Párroco o Coadjutor.

-Procesión por las calles del Pueblo.

-Misa mensual de difuntos (Regla que ya existía en la primitiva hermandad).

-Asistencia a la Procesión del Corpus, como aparece consignada en el archivo parroquial, junto con las demás Hermandades y Cofradías de Los Santos, teniendo asignada cada una de ellas su sitio dentro del desfile atendiendo a la antigüedad de su fundación.

Este es, a nuestro juicio, el análisis del primer libro y parte del segundo que hemos examinado. En cuanto recibamos la documentación solicitada a otros archivos, completaremos la información histórica de esta entrañable, antigua y numerosa Hermandad.

Juan Murillo Tovar - Manuel Molina lavado. Mayo, 2011.


martes, 19 de abril de 2011

LA SANTA ESPINA Y EL “LIGNUN CRUCIS”:

DOS RELIQUIAS EN LOS SANTOS.

Alguna de las tradiciones de nuestra Semana Santa, se han perdido. Mediante este artículo quiero dar a conocer una de la que sin duda recordarán las personas de cierta edad. Me refiero al culto y veneración de dos de las reliquias que se encuentran en nuestra Parroquia: La Santa Espina y el “Lignun Crucis” Para ello me he valido del testimonio del algunos fieles, de las referencias escritas de D. Antonio Manzano , de los documentos que se conservan en el archivo parroquial y de otros que el autor ha encontrado en diversos archivos. Como recordarán dichas personas, el culto tenía lugar el Viernes Santo con la exposición de las mismas para su adoración y en alguna que otra ocasión también procesionaba por el interior del Templo, según se cuenta en los testimonios escritos por el citado D. Antonio Manzano Garías en sus Boletines Parroquiales. Posteriormente, nuestro querido y recordado D. Ángel, siguió durante algunos años dicha tradición.

HISTORIA DE LAS RELIQUIAS.-

Como es lógico no estoy capacitado para hacer un juicio sobre la autenticidad de las reliquias porque en todo caso, sean verdaderas o no, lo que importa es que representan un símbolo para los cristianos, y es por ello que tradicionalmente han sido expuestas a la veneración de los fieles. Lo que sin duda queda acreditado por los documentos originales que se custodian en el archivo parroquial y que fueron magistralmente transcritos por D. Aniceto Samino León, mi antecesor en el cargo de Cronista Oficial, es que son realmente muy antiguas.

Según declaraciones bajo juramento tanto del P. Jesuita D. Agustín de Castejón y de la Priora del Monasterio de la Encarnación de Madrid, Sor Ana Agustina de Santa Teresa, fechados el día 3 y 4 de Diciembre de 1737,son las mismas que el Sumo Pontífice (no dice cual) entregó al Emperador Carlos I, manteniéndose en la Casa Real hasta que Felipe IV se las entrega a una de sus hijas, monja profesa en el Real Convento de la Encarnación de Madrid. Posteriormente la reina María Luisa de Saboya, primera mujer del Rey Felipe V, se las pidió a la citada Priora para que recibieran culto en el oratorio privado del Palacio Real. Al morir la citada reina, fueron devueltas al citado Convento.

El referido Padre Castejón, que era confesor de la Priora, debió tenerle a las reliquias una devoción especial y como quiera que las mismas no mantenían ningún vínculo perpetuo con el Convento que impidiera su donación a terceros, y sin duda por algunos favores que el citado jesuita había hecho a favor de la congregación, les fueron cedidas.

En los documentos de donación se hace una pormenorizada descripción de las reliquias, manifestando que eran una ESPINA Y UNA “RAJA” DEMADERA DE LA CRUZ DEL SEÑOR, introducidas en un relicario ovalado. Se hace también especial mención de que “la citada Espina parece está teñida con su Divina Sangre”.

Posteriormente, D. Agustín se la cede a su sobrina, Juliana de Castejón, casada con D. Francisco Morales Velasco, con permiso expreso de sus superiores para que la tengan en su domicilio y reciban culto en su oratorio privado, con la obligación de incluirlas en un patronazgo perpetuo que asegurara la posesión futura a sus descendientes. Como así ha venido sucediendo hasta los años veinte del pasado siglo en el que se depositaron en el Altar de S. Francisco de Paula de nuestra Parroquia.

Muchas fueron las vicisitudes de las agradas Reliquias a lo largo de tanto tiempo. Entre otras que en 1778, según certifica uno de los canónigos de la Catedral de Tarrasa, D. Francisco de Monreal, traslada las mismas a un nuevo relicario que por la descripción tan minuciosa que hace, es en el que actualmente están guardadas al decir textualmente: “se traslada a un nuevo relicario triangular de plata con filigranas”.Como se aprecia en la fotografía, la identidad es perfecta.

PROPIETARIOS DE LAS RELIQUIAS

DESDE 1808.

Según disposiciones contenidas en la Escritura de Agregación Perpetua que Dª Juliana María Morales Carvajal hizo sobre las Reliquias al Patronato que había fundado su bisabuelo en el Convento de San Joaquín, el día 16 de abril de 1781 y que se corresponde con el documento nº 5 de los que se encuentran en el archivo parroquial, después del fallecimiento de la citada Juliana Morales, los poseedores del mismo serían en primer lugar sus hijos y descendientes legítimos. Efectivamente, su hijo Andrés Otamendi Morales no solo heredó la totalidad de los bienes de sus padres, al morir su hermana sin descendencia, si no la titularidad del Patronazgo fundado por su Tatarabuelo y por tanto la Sagradas Reliquias del Lignum Crucis y de la Santa Espina.

Entre las disposiciones de la citada escritura otorgada en 1781 también se especificaba que las reliquias debían recibir adoración en el ORATORIO DE LA OTORGANTE o en el de SUS SUCESORES. Como manifiestan claramente las cartas que tengo en mi poder dirigidas por Dª María Rico de los Ríos, viuda ya de D. Bernabé Gómez de Terán Otamendi, primo hermano de D. Andrés Otamendi, éste vivía en Madrid, en la calle del Príncipe nº 11 y 12 (posteriormente nº 3).Esta calle arranca en la de Huertas y termina en la Plaza de Canalejas. Como Canónigo que era, lógicamente no dejó descendencia muriendo muy mayor y dividiendo sus bienes entre sus parientes más allegados, es decir los hijos de su primo hermano Bernabé llamados Nicolás y Luis Gómez de Terán Rico. A estos les dejó además de la CASA DE LA CALLE DEL PRÍNCIPE, una fábrica de velas en la calle de Rodas, también en Madrid.

LLEGADA DE LAS RELIQUIAS A LOS SANTOS DE MAIMONA.

Sabemos que a la muerte de D. Andrés Otamendi, primer llamado a la posesión de las reliquias según la escritura de agregación antes mencionada, le sucedieron en sus bienes los hijos de su primo hermano, es decir Nicolás y Luís Gómez de Terán Rico.¿Y las Reliquias, pasaron también a los citados? La contestación debe ser afirmativa. Dos razones para ello:

La primera.- Porque en las disposiciones testamentarias del tantas veces citado Andrés Otamendi, se establece claramente que a D. Nicolás Gómez de Terán Rico “ se le encomienda la vivienda en la calle del Príncipe con todo lo que contiene y se le obliga a vivir en ella y cuidar del ORATORIO dónde están y se veneran las SAGRADAS RELIQUIAS”.

La Segunda.- Porque aún a pesar de haberse dispuesto en la referida Escritura de Agregación que a falta de herederos y parientes directos (como ocurrió) pasaran al Altar del Convento de San Joaquín de Padres Premastrotenses en la madrileña calle de Santo Domingo, ello no podría hacerse porque fue completamente devastada por los Franceses en la Guerra de la Independencia, hasta que muchísimos años después fue parcialmente restaurada pero perdiendo en gran medida sus proporciones primitivas y la totalidad de su patrimonio artístico. Por ello, creo, D. Andrés Otamendi consideró más acertado mantener la veneración de la Santa Espina y el Lignum Crucis en su oratorio particular obligando a sus herederos y sucesores habitar la vivienda.

Nicolás Gómez de Terán y Rico, el mayor de los dos hermanos, heredó por tanto la casa de la calle del Príncipe y el título de Conde de Torrepilares en sucesión de su tío Nicolás Gómez de Terán Otamendi y vivió en ella hasta su muerte en 1870.

Los herederos de D. Nicolás, que falleció soltero, fueron los hijos de su hermano Luís, que había muerto un año antes: Remedios, Fernando, Luis (que ocasionalmente vivió en la casa mientras ocupaba un escaño en el Congreso de los Diputados y daba clases como Catedrático en la Facultad de Derecho), José y Federico.

En la escritura notarial de adjudicación de herencia, que tengo ante mi, todos ellos mantuvieron una participación en la casa de la calle del Príncipe, pero la ausencia reiterada de sus propietarios y los arrendamientos posteriores de la misma a terceras personas provocaron el desmantelamiento del Oratorio y la traída de las sagradas reliquias definitivamente a Los Santos de Maimona.

Las reliquias estuvieron expuestas para su veneración en el oratorio familiar de la casa situada en la Plaza de España, justo la que da frente a la puerta de la Sacristía hasta que el hermano mayor que vivía en nuestro pueblo, José, la depositó en el Oratorio que había instalado en la suya propia situada la calle de la Encomienda, hoy Tte. Valle hasta su fallecimiento, que paso por orden de sus herederos, los hermanos Rico Gómez, al Altar de San Francisco de Paula, dónde continúan.

BREVE REFERENCIA AL ALTAR DE SAN FRANCISCO DE PAULA.

Altar de San francisco de Paula.

Detalle del Sagrario, donde se guardan las Reliquias.

Como hemos expuesto a lo largo del presente trabajo, no fueron cumplidas todas las previsiones contenidas en la citada escritura de Agregación otorgada por Dª Juliana Morales Carvajal, viuda de D. Miguel de Otamendi. Las circunstancias de falta de descendencia directa, la Guerra de la Independencia, la destrucción de la Iglesia y Convento de San Joaquín en Madrid y la posterior desaparición de las vinculaciones y memorias perpetuas tuvieron como consecuencia que las dos reliquias aparecieran en Los Santos de Maimona traídas por familiares directos del último tenedor pero que nada tenían que ver con la rama de dónde procedían. La casa de Madrid pasó enteramente a Dª Estrella Rico Gómez de Terán que la tuvo en propiedad hasta 1947 en que fue vendida a una sociedad inmobiliaria. La fisonomía de la misma desapareció por completo y en la actualidad se han edificado algunos pisos de indudable valor urbanístico.
La vinculación íntima que EL ALTAR DE SAN FRANCISCO DE PAULA tuvo y sigue teniendo con la familia de los Gómez de Terán y Rico seguramente fue la causa de que las reliquias se encuentren desde el primer tercio del S. XX en dicho altar. Sobre el mismo D. Cayetano Tovar Gragera ha realizado un apreciable trabajo, inédito en nuestro pueblo, y a él me remito, Sólo decir que dicho altar fue fundado a expensa de Dª Manuela María Chaves y Sanabria, mujer del primer Conde de Casahenestrosa sobre 1785,para promover la devoción a ese Santo Franciscano imponiendo la citada fundadora como patrona del mismo, después de su fallecimiento, precisamente a su bisnieta, ya nacida en aquella época, María Manuela Rico de los Ríos que como hemos manifestado anteriormente había casado con Bernabé Gómez de Terán y Otamendi, primo hermano del primer citado como sucesor del vínculo fundado por Dª Juliana Morales de Carvajal, viuda de D. Miguel Otamendi Calderón de la Barca. Desde luego no podría encontrase otro sitio en la Iglesia más adecuado y eso hizo pensar a los últimos detentadores de las citadas reliquias lo oportuno de su depósito. A simple vista puede observarse que el dorado de la puerta es muy posterior a la del resto del tallado. Hasta mediados de los cincuenta del pasado siglo XX, la Santa Espina y El Lignum Crucis fueron objeto de Devoción Pública en la Semana Santa de nuestro pueblo como recordarán muchos de los feligreses. Recientemente, por iniciativa de un devoto descendiente directo de la fundadora y de la patrona, Francisco de Paula Murillo Tovar, con alguna ayuda de sus familiares, ha sufragado la limpieza y restauración de la imagen titular.
Fdo.- Juan Murillo Tovar.
Fotografías: Eduardo Sánchez
Revista Semana Santa 2011.