martes, 19 de abril de 2011

LA SANTA ESPINA Y EL “LIGNUN CRUCIS”:

DOS RELIQUIAS EN LOS SANTOS.

Alguna de las tradiciones de nuestra Semana Santa, se han perdido. Mediante este artículo quiero dar a conocer una de la que sin duda recordarán las personas de cierta edad. Me refiero al culto y veneración de dos de las reliquias que se encuentran en nuestra Parroquia: La Santa Espina y el “Lignun Crucis” Para ello me he valido del testimonio del algunos fieles, de las referencias escritas de D. Antonio Manzano , de los documentos que se conservan en el archivo parroquial y de otros que el autor ha encontrado en diversos archivos. Como recordarán dichas personas, el culto tenía lugar el Viernes Santo con la exposición de las mismas para su adoración y en alguna que otra ocasión también procesionaba por el interior del Templo, según se cuenta en los testimonios escritos por el citado D. Antonio Manzano Garías en sus Boletines Parroquiales. Posteriormente, nuestro querido y recordado D. Ángel, siguió durante algunos años dicha tradición.

HISTORIA DE LAS RELIQUIAS.-

Como es lógico no estoy capacitado para hacer un juicio sobre la autenticidad de las reliquias porque en todo caso, sean verdaderas o no, lo que importa es que representan un símbolo para los cristianos, y es por ello que tradicionalmente han sido expuestas a la veneración de los fieles. Lo que sin duda queda acreditado por los documentos originales que se custodian en el archivo parroquial y que fueron magistralmente transcritos por D. Aniceto Samino León, mi antecesor en el cargo de Cronista Oficial, es que son realmente muy antiguas.

Según declaraciones bajo juramento tanto del P. Jesuita D. Agustín de Castejón y de la Priora del Monasterio de la Encarnación de Madrid, Sor Ana Agustina de Santa Teresa, fechados el día 3 y 4 de Diciembre de 1737,son las mismas que el Sumo Pontífice (no dice cual) entregó al Emperador Carlos I, manteniéndose en la Casa Real hasta que Felipe IV se las entrega a una de sus hijas, monja profesa en el Real Convento de la Encarnación de Madrid. Posteriormente la reina María Luisa de Saboya, primera mujer del Rey Felipe V, se las pidió a la citada Priora para que recibieran culto en el oratorio privado del Palacio Real. Al morir la citada reina, fueron devueltas al citado Convento.

El referido Padre Castejón, que era confesor de la Priora, debió tenerle a las reliquias una devoción especial y como quiera que las mismas no mantenían ningún vínculo perpetuo con el Convento que impidiera su donación a terceros, y sin duda por algunos favores que el citado jesuita había hecho a favor de la congregación, les fueron cedidas.

En los documentos de donación se hace una pormenorizada descripción de las reliquias, manifestando que eran una ESPINA Y UNA “RAJA” DEMADERA DE LA CRUZ DEL SEÑOR, introducidas en un relicario ovalado. Se hace también especial mención de que “la citada Espina parece está teñida con su Divina Sangre”.

Posteriormente, D. Agustín se la cede a su sobrina, Juliana de Castejón, casada con D. Francisco Morales Velasco, con permiso expreso de sus superiores para que la tengan en su domicilio y reciban culto en su oratorio privado, con la obligación de incluirlas en un patronazgo perpetuo que asegurara la posesión futura a sus descendientes. Como así ha venido sucediendo hasta los años veinte del pasado siglo en el que se depositaron en el Altar de S. Francisco de Paula de nuestra Parroquia.

Muchas fueron las vicisitudes de las agradas Reliquias a lo largo de tanto tiempo. Entre otras que en 1778, según certifica uno de los canónigos de la Catedral de Tarrasa, D. Francisco de Monreal, traslada las mismas a un nuevo relicario que por la descripción tan minuciosa que hace, es en el que actualmente están guardadas al decir textualmente: “se traslada a un nuevo relicario triangular de plata con filigranas”.Como se aprecia en la fotografía, la identidad es perfecta.

PROPIETARIOS DE LAS RELIQUIAS

DESDE 1808.

Según disposiciones contenidas en la Escritura de Agregación Perpetua que Dª Juliana María Morales Carvajal hizo sobre las Reliquias al Patronato que había fundado su bisabuelo en el Convento de San Joaquín, el día 16 de abril de 1781 y que se corresponde con el documento nº 5 de los que se encuentran en el archivo parroquial, después del fallecimiento de la citada Juliana Morales, los poseedores del mismo serían en primer lugar sus hijos y descendientes legítimos. Efectivamente, su hijo Andrés Otamendi Morales no solo heredó la totalidad de los bienes de sus padres, al morir su hermana sin descendencia, si no la titularidad del Patronazgo fundado por su Tatarabuelo y por tanto la Sagradas Reliquias del Lignum Crucis y de la Santa Espina.

Entre las disposiciones de la citada escritura otorgada en 1781 también se especificaba que las reliquias debían recibir adoración en el ORATORIO DE LA OTORGANTE o en el de SUS SUCESORES. Como manifiestan claramente las cartas que tengo en mi poder dirigidas por Dª María Rico de los Ríos, viuda ya de D. Bernabé Gómez de Terán Otamendi, primo hermano de D. Andrés Otamendi, éste vivía en Madrid, en la calle del Príncipe nº 11 y 12 (posteriormente nº 3).Esta calle arranca en la de Huertas y termina en la Plaza de Canalejas. Como Canónigo que era, lógicamente no dejó descendencia muriendo muy mayor y dividiendo sus bienes entre sus parientes más allegados, es decir los hijos de su primo hermano Bernabé llamados Nicolás y Luis Gómez de Terán Rico. A estos les dejó además de la CASA DE LA CALLE DEL PRÍNCIPE, una fábrica de velas en la calle de Rodas, también en Madrid.

LLEGADA DE LAS RELIQUIAS A LOS SANTOS DE MAIMONA.

Sabemos que a la muerte de D. Andrés Otamendi, primer llamado a la posesión de las reliquias según la escritura de agregación antes mencionada, le sucedieron en sus bienes los hijos de su primo hermano, es decir Nicolás y Luís Gómez de Terán Rico.¿Y las Reliquias, pasaron también a los citados? La contestación debe ser afirmativa. Dos razones para ello:

La primera.- Porque en las disposiciones testamentarias del tantas veces citado Andrés Otamendi, se establece claramente que a D. Nicolás Gómez de Terán Rico “ se le encomienda la vivienda en la calle del Príncipe con todo lo que contiene y se le obliga a vivir en ella y cuidar del ORATORIO dónde están y se veneran las SAGRADAS RELIQUIAS”.

La Segunda.- Porque aún a pesar de haberse dispuesto en la referida Escritura de Agregación que a falta de herederos y parientes directos (como ocurrió) pasaran al Altar del Convento de San Joaquín de Padres Premastrotenses en la madrileña calle de Santo Domingo, ello no podría hacerse porque fue completamente devastada por los Franceses en la Guerra de la Independencia, hasta que muchísimos años después fue parcialmente restaurada pero perdiendo en gran medida sus proporciones primitivas y la totalidad de su patrimonio artístico. Por ello, creo, D. Andrés Otamendi consideró más acertado mantener la veneración de la Santa Espina y el Lignum Crucis en su oratorio particular obligando a sus herederos y sucesores habitar la vivienda.

Nicolás Gómez de Terán y Rico, el mayor de los dos hermanos, heredó por tanto la casa de la calle del Príncipe y el título de Conde de Torrepilares en sucesión de su tío Nicolás Gómez de Terán Otamendi y vivió en ella hasta su muerte en 1870.

Los herederos de D. Nicolás, que falleció soltero, fueron los hijos de su hermano Luís, que había muerto un año antes: Remedios, Fernando, Luis (que ocasionalmente vivió en la casa mientras ocupaba un escaño en el Congreso de los Diputados y daba clases como Catedrático en la Facultad de Derecho), José y Federico.

En la escritura notarial de adjudicación de herencia, que tengo ante mi, todos ellos mantuvieron una participación en la casa de la calle del Príncipe, pero la ausencia reiterada de sus propietarios y los arrendamientos posteriores de la misma a terceras personas provocaron el desmantelamiento del Oratorio y la traída de las sagradas reliquias definitivamente a Los Santos de Maimona.

Las reliquias estuvieron expuestas para su veneración en el oratorio familiar de la casa situada en la Plaza de España, justo la que da frente a la puerta de la Sacristía hasta que el hermano mayor que vivía en nuestro pueblo, José, la depositó en el Oratorio que había instalado en la suya propia situada la calle de la Encomienda, hoy Tte. Valle hasta su fallecimiento, que paso por orden de sus herederos, los hermanos Rico Gómez, al Altar de San Francisco de Paula, dónde continúan.

BREVE REFERENCIA AL ALTAR DE SAN FRANCISCO DE PAULA.

Altar de San francisco de Paula.

Detalle del Sagrario, donde se guardan las Reliquias.

Como hemos expuesto a lo largo del presente trabajo, no fueron cumplidas todas las previsiones contenidas en la citada escritura de Agregación otorgada por Dª Juliana Morales Carvajal, viuda de D. Miguel de Otamendi. Las circunstancias de falta de descendencia directa, la Guerra de la Independencia, la destrucción de la Iglesia y Convento de San Joaquín en Madrid y la posterior desaparición de las vinculaciones y memorias perpetuas tuvieron como consecuencia que las dos reliquias aparecieran en Los Santos de Maimona traídas por familiares directos del último tenedor pero que nada tenían que ver con la rama de dónde procedían. La casa de Madrid pasó enteramente a Dª Estrella Rico Gómez de Terán que la tuvo en propiedad hasta 1947 en que fue vendida a una sociedad inmobiliaria. La fisonomía de la misma desapareció por completo y en la actualidad se han edificado algunos pisos de indudable valor urbanístico.
La vinculación íntima que EL ALTAR DE SAN FRANCISCO DE PAULA tuvo y sigue teniendo con la familia de los Gómez de Terán y Rico seguramente fue la causa de que las reliquias se encuentren desde el primer tercio del S. XX en dicho altar. Sobre el mismo D. Cayetano Tovar Gragera ha realizado un apreciable trabajo, inédito en nuestro pueblo, y a él me remito, Sólo decir que dicho altar fue fundado a expensa de Dª Manuela María Chaves y Sanabria, mujer del primer Conde de Casahenestrosa sobre 1785,para promover la devoción a ese Santo Franciscano imponiendo la citada fundadora como patrona del mismo, después de su fallecimiento, precisamente a su bisnieta, ya nacida en aquella época, María Manuela Rico de los Ríos que como hemos manifestado anteriormente había casado con Bernabé Gómez de Terán y Otamendi, primo hermano del primer citado como sucesor del vínculo fundado por Dª Juliana Morales de Carvajal, viuda de D. Miguel Otamendi Calderón de la Barca. Desde luego no podría encontrase otro sitio en la Iglesia más adecuado y eso hizo pensar a los últimos detentadores de las citadas reliquias lo oportuno de su depósito. A simple vista puede observarse que el dorado de la puerta es muy posterior a la del resto del tallado. Hasta mediados de los cincuenta del pasado siglo XX, la Santa Espina y El Lignum Crucis fueron objeto de Devoción Pública en la Semana Santa de nuestro pueblo como recordarán muchos de los feligreses. Recientemente, por iniciativa de un devoto descendiente directo de la fundadora y de la patrona, Francisco de Paula Murillo Tovar, con alguna ayuda de sus familiares, ha sufragado la limpieza y restauración de la imagen titular.
Fdo.- Juan Murillo Tovar.
Fotografías: Eduardo Sánchez
Revista Semana Santa 2011.